gos, Oblig6 a los senadores a marchar a pie, vestidos de escla- vos, junto a su carroza. Durante un banquet, inesperadamente comenz6 a reir a carcajadas, y cuando los dos c6nsules que es- taban a su lado le preguntaron la causa, respondi6: Sus banquetes no tenian fin, y hacia servir los mAs absurdos plates y ex6ticas bebidas. Se hizo construir una enor- me galera para sus festines en el lago Nemi. Durante la dicta- dura de Mussolini, al hacerse el dragado de ese lago, se encon- traron los restos de este barco en el fondo de las aguas. Era ,alto, palido, casi obeso, y sufria de hirsutismo, por lo que le llamaban eel cabr6n>. Exageraba la fealdad de su rostro ha- ciendo muecas, que practicaba ante un espejo. Sufria de in- somnio y obligaba a sus invitados a permanecer en vela, dedi- cAndose entonces a bailar y cantar. Se hizo construir un temple donde debfa ser adorada una estatua de oro que represen- taba su figure. Sus comidas favorites eran faisanes, pavos rea- les, codornices y pintadas que se hacia traer de los bosques de Numidia. Durante los banquetes nocturnos, invitaba a la luna a bajar y sentarse a su lado. Obligaba a los senadores a vestir- se de camareros y servirles en la mesa. Mientras coma, tenfa a su lado un soldado expert en cortar cabezas, y para cameni- zar> el festin hacia que trajeran prisioneros y los degollaban en su presencia. Hacia alarde de ser homosexual, y besaba en pdblico a su favorite Valerio Citulo. Antes de sentarse a la mesa se daba un bafio caliente-y otro frio, en aguas perfuma- das. Habia que traerle las mejores perlas de todo el Imperio, que disolvia en vinagre y hacia tomar a sus invitados. Disponia de varias naves, construidas expresamente para powder celebrar en ellas grandes festines, mientras navegaba por las costas de la Campania. Estableci6 un lupanar en el propio palacio, obli- gando a los hombres y mujeres de la aristocracia romana a ir a prostituirse, cobrando altos derechos por su uso. Se compla- cia vistiendo y maquillandose como una mujer. A la edad de 29 afios, y despuds de gobernar casi cuatro, lo asesin6 un tri- buno de la corte pretoriana, Ilamado Casio Querea. Le sucedi6 en el trono otro aborto de la Naturaleza Ilamado Claudio. El professor Charles Croiset comprendia que estaba atrasa- do en su labor; que cada vez trabajaba menos en la redacci6n de su libro; que un raro desgano lo aquejaba y lo alejaba de su