yabas, granadillos, parchas, zapotes, nisperos, memisos, guani- banas, guineos, limones. Nada me costaba un centavo. Bastaba alargar el brazo y la fruta cafa en mis manos. Con una ali- mentaci6n asi, mAs los rayos del sol y la lluvia que me cae encima de dia o cuando duermo, mi salud es perfect. --No anhela volver a su pais, al seno de sus familiares y amigos? -le preguntaba yo, y me respondia: -No me interest la familiar y los amigos s61o sirven para traicionar. Si he encontrado el Eddn, ec6mo quiere usted que lo abandon y vuelva al infierno de Europa? Lo menos que harian conmigo seria fusilarme por desertor. Ademas, no me importa lo que sucede en el mundo. Aquf vivo en paz, sin tra- bajar. Nadie se mete conmigo... iy hasta me creen loco! 4Qud mis da? Tal vez Io sea, un poco, pero si es asi... ientonces es bueno estar loco! --Dice usted que muri6 hace poco? -pregunt6 el professor. -Si -contest6 Vergara-. Sus Wltimos atios fueron dramA- ticos. Lo atrap6 un reumatismo feroz, a pesar de su alimenta- ci6n tan sana y de la vida al aire libre. Se fue consumiendo, hasta no ser mis que huesos y pellejo. Se le cayeron los dien- tes y los carrillos se le hundieron. Se fue retorciendo, como un sarmiento. Apenas podia caminar, porque las articulaciones se le anquilosaron. Una mafiana lo encontraron muerto, sobre la arena, en la playa. Me cuentan los amigos que parecia la mo- mia de Ramsds Segundo, arrancada del sarc6fago, despojada de sus envolturas y arrojada a la intemperie. -Quiero estar en tus brazos toda mi vida... y sentir tu cuerpo junto al mfo... iOh! Mon amour...! D6jame ver tus ojos... no te muevas. Quiero mirar tus dientes y sentir el roce de tus labios... Ahora, ponte de pie, para mirar tu cuerpo en- tero. Si. Asi... Levanta la cabeza.., Echa los brazos hacia atras, para poder contemplar tu pecho... iAc6rcatel Ddjame besar tu cuerpo todo... Ven... acudstate junto a mi de nuevo... AbrAza- me... Asi... Estaba jadeante, enloquecida, aturdida por la lujuria. Pare- cia incansable. La lascivia apenas le permitia respirar. Se que- jaba como si el intense placer le desgarrase las entrafias. Se retorcia entire los brazos del hombre que la oprimia contra su cuerpo. Extraviada la mirada, desordenado el pelo, el torso su-