Brillat-Savarin sentenci6 que gel destino de las naciones de- pende de la manera c6mo se alimentan. Tambien formul6 este magnifico aforismo: dime lo que comes, y te dir6 qui6n eres. Yo me atreveria a crear este entinema: itengo hambre y no como, luego soy un imbecil! Pero no interrumpamos al profe- sor en su interesante disertaci6n. Hay un punto que me inte- resa aclarar. Creia que los griegos de los tiempos heroicos eran suntuosos en sus banquetes. -Asi es, en efecto -contest6 el profesor-. Habfa una cos- tumbre muy curiosa: cada invitado tenfa derecho a llevar a un amigo o pariente, al que llamaban SKIAL, que equivale a decir la sombra. Primeramente sentibanse los comensales junto a la mesa; mds tarde comian recostados en lechos (kilai), de ordi- nario dos personas en cada uno, Estos muebles eran de cedro decorados con oro, plata y marfil y con hermosas colchas. Antes. de tomar la comida los esclavos quitaban las sandalias a los invitados, les lavaban los pies y les untaban aceites olo- rosos en la cabeza y en la barba. La mesa no tenian mantel: despuds de cada servicio era lavada y secada con esponjas. La sala-comedor estaba elegantemente adornada con flores y guirnaldas. Sobre las mesas colocaban rosas, simbolo del si- lencio, de donde se deriva la expresi6n de comunicar a al- guien una cosa