Ilamado Cadmo, que emigr6 y fund la ciudad de Tebas en Bcocia, siglo y medio antes de Cristo. -Cuando las diversas civilizaciones -aqueos, dorios, pe- lasgos- se amalgamaron y Atenas se hizo centro de esa parte del mundo. nls costumbres culinarias degeneraron considera- blemente. La dieta de los griegos de esa 6poca, especialmente la de los atenienscs, era sobria en demasia: pescado salado, lentcjas. habas. cebollas, coles. En las grandes ocasiones co- mian polio o cabrito. S61o utilizaban la lefia come combustible. Se asegura que Dem6crito, uno de los mAs grandes pensadores que ha producido la Humanidad, apenas se alimentaba con al- gunos sorbos de leche de cabra o miel de abejas y una que otra raci6n de lentejas hervidas. Su muerte, segin Laercio, es algo escalofriante: tenia ya 109 afios y al darse cuenta de que Ilegaba su fin, se lo comunic6 a su hermana. Esta le pidi6 que pospusiera el fallecimiento por algunos dias. Para compla- cerla, Ie rog6 que le trajese cada dia miel reci6n sacada del panal, que se acercaba a las narices para aspirar su fragan- cia, con lo que logr6 sobrevivir los dfas que su hermana le pidi6. hasta que Ileg6 un moment en que le dijo: ebueno, ya quiero irme. Acompnfiame al cementeriop. Y se fue, cami- nando. El pueblo le segufa. Ilorando... -Entiendo que Hip6crates, el padre de la medicine, como le laman, era amigo personal de Dem6crito -interrumpi6 el doctor Desaix. -Si. Eran contemporAneos y buenos camaradas -contest6 el profesor-. Y a prop6sito de Hip6crates, zrecuerdan ustedes su regla para lograr la longevidad?: Comer poco, casi nada; andar much; dormir sobre piedra y levantarse con las aves y con dstas acostarse. -Como toda buena regla -interrumpi6 Leroy-, tiene sus excepciones que la confirman. -Si lo dice usted por mi -arguy6 el doctor-, no crea que me vov a ofender. Llevo casi medio siglo hacienda lo contra- rio de Io que recomienda mi colega Hip6crates: como much; detesto caminar a pie; duermo sobre gruesos y mullidos col- chones de plumas de pechuga de gansos; me acuesto despuds de medianoche y me levanto al mediodia. iY... ya ven ustedes no me va tan mal! -iZQu opina usted de Licurgo. con sus leyes suntuarias? -pregunt6 el senior Vergara, dirigi6ndose al doctor Desaix. -Que Ie hizo much mal a su pais -contest6 el aludido-. Un hombre con el est6mago vacio se embrutece, se acobarda.