ya Enrique habfa descubierto las ruinas, no de una, sino de nueve ciudades. S61o una duda persisti6: cuaI de esas nueve era Troya? El gobierno turco to enjuici6 de nuevo, pero Enri- que logr6 salvar los cofres con el ctesoro de Prfamo, enviAn- dolo al museo de Berlin. Pag6 dafios y perjuicios, y continue sus investigaciones. -El mundo se estremeci6 cuando Enrique avis6 que habia encontrado Ia tumba y el cadAver de Agamen6n. Puso un tele- grama al rey de Grecia con esta sola frase: aMajestad, he ha- llado a vuestros antepasados. Y, en efecto, en las ruinas de Micenas habia encontrado los s6tanos del palacio real y sar- c6fagos con esqueletos y alhajas y mascaras de oro que indi- caban que se trataba de difuntos de la realeza. -Para sus investigaciones se guiaba de lo que dicen Ho- mero en la IIiada, y Pausanias en su itinerario de Grecia. Muri6 a los 68 afios de edad, creyendo todavia en el 4tesoro de Priamo, y en que el sarc6fago que encontr6 en Micenas con- tenia el cadaver de Agamen6n. A lo mejor estaba en lo cierto... Era tal vez un iluso, pero no se le puede negar la gloria de haber descubierto, positivamente, las ruinas de Troya y de Micenas. -Las excavaciones fueron continuadas por Wace, Muller, Stamataku, y otros arque6logos, en Tesalia, Beocia, Eubea y la F6cida, y todas han confirmado a Homero y a Schlieman. Ya no se puede poner en duda la existencia de Agamen6n y Menelao, de Helena y Clitennestra, de Aquiles y Patrocla, y son, pues, veridicos los banquetes cuya descripci6n acabamos de leer. De todas estas investigaciones arqueol6gicas sacamos la evidencia de que los heroes de la guerra de Troya eran emi- nentemente carnivores mientras los soldados tenian que con- formarse con vegetables y trigo tostado; que aqulllos hacian gran consume de vino y de miel, mientras 6stos s6lo bebian agua; que no conocian el uso de los cubiertos; que daban grandes banquetes para celebrar sus exitos en la guerra, y las fiestas nupciales o religiosas; que eran los hombres los que cocinaban mientras las mujeres tejian o cuidaban a sus nifios. La colonia aquella que se conoci6 con el nombre de Sibaris, se hizo clebre por el refinamiento culinario de sus habitantes, a tal extreme que el termino sibarita en cierto sentido equivale a gastr6nomo. Los cocineros de Sibaris tenian el monopolio, por un afio, de los plates que inventaban. Se afirma que el rey de Sid6n, en Ia antigua Fenicia, tenia un famoso cocinero