-En Europa misma pueden citarse casos de antropofagia. San Jer6nimo dice haber visto en las Galias bretones antropd- fagos. En Francia, en 1030, durante una hambre espantosa, se cazaban los hombres unos a otros; y en Tournai, se puso a la venta care humana. Cuenta Pierre de L'Etoile, que en 1590, durante el sitio de Paris per Enrique IV, una dama rica sal6 y se comi6 a dos hijos suyos muertos de hambre. -De todos estos hechos se deduce que la raz6n primitive de la antropofagia, es el hambre; en todas las islas pequefias de la Oceania, donde se carecia y adn se carece, en gran part, de animals salvajes y domdsticos, el "anibalismo ha sido ordinario y usual, y adn lo es entire los hombres que han resistido o rechazado el contact con la civilizaci6n. Despuds, una vez contraido el hbbito, la antropofagia se ha conservado por glotoneria. -La antropofagia repugna hoy dia al hombre civilizado, pero todavia estamos lejos de la perfecci6n en el camino de la moralidad, cuando hay casos en que se mira sin asombro, casi puede decirse, como cosa corriente, el destrozarse unos hombres a otros, cual sucede en las guerras y en las conmo- clones populares -murmur6 De Mers, timidamente. -iAsi es, amigo mfol -exclam6 con voz solemne el abo- gado Leroy-. La antropofagia es un crime, previsto y sancio- nado por las leyes penales. Pero permitame enfrentar al hom- bre cavernario con el caballero supercivilizado de hoy dia. Aqudl mataba a su semejante y se lo comia. Al hacerlo, obe- decia a la urgencia de su est6mago hambriento, dirigido por un cerebro que no sabia distinguir entire el bien y el mal, o apremiado por la necesidad de aplacar la ira de su dios. He ahi los dos casos de antropofagia descritos por el professor: la econdmica y la mistica. El hombre de hoy encierra en un cam- po de concentraci6n diez mil series humans y los va asesi- nando lentame-te, sabiendo que hace mal, porque ha hecho cursos de moral en escuelas y academias... eCuAl de los dos...? -iNo haga usted la pregunta, por favor! -le interrum- pi6 Rosina-. La respuesta es obvia, pero no la quiero es- cuchar... -Cambiemos el tema -exclam6 el doctor-, porque estoy sintiendo unas ganas terrible de comer came humana. Un muslo de Rosina horneado... -El professor lo interrumpi6: -PongAmonos de pie y rindamos el homenaje de nuestra admiraci6n a ese mar que ha estado armonizando nuestra con-