pericia como nadadora. Trigarthon la observaba desde arriba. Ella le grit6 que se pusiera el pantal6n de baflo y viniese a unirse a ella en la poza. Obediente, el muchacho se retir6 a unos matorrales y al poco apareci6 y se lanz6 al agua. Rosina pudo advertir que el pantal6n le quedaba sumamente estrecho. Dominando sus nervios, le hacia preguntas a Trigarthon sobre esto y aquello y lo invitaba a zambullir y lo seguia por el fondo de la poza. Luego salieron, repitiendo la complicada ma- niobra de la vez anterior. De la canasta ella sac6 un toall6n que tendi6 sobre la yerba y luego abri6 un envoltorio con em- paredados y una botella-termo con cafe. Invit6 a Trigarthon a sentarse a su lado y a compartir el desayuno. Rosina hacia esfuerzos para no mirar a Trigarthon, pero al fin su voluntad fue vencida. -iQud enormes son tus pies! -le dijo-. Los mios pare- cen los de una chiquilla, comparados con los tuyos. Mis dos manos caben en una sola de las tuyas... Ponte de pie, por favor... Quiero medirme contigo... Apenas podia articular las palabras. La emocidn la ahogaba. Al unir su cuerpo al de Trigarthon, ya ambos de pie, sinti6 que las fuerzas le faltaban. Al fin pudo decirle, mirAndole a los ojos y sin separarse de 61: -ePor que no quisiste cargar a la seflora Vergara, cuando el doctor te lo pidi6? (No tienes fuerzas, acaso? -El sonri6, y trat6 de separarse un poco, mas ella lo retuvo. -No me gusta el doctor. Siempre se burla de todos. !Es usted amiga de 1e? -No me trates de usted. LlAmame ti. Soy tu amiga. Siento much carifio por ti. iA ver! Trata de levantarme. El vacil6 un instant y, al fin, la tom6 entire sus brazos y la carg6 con la mayor facilidad. Ella dej6 escapar un suspiro y le pidi6 que la apretara, fingiendo tener frio. Luego peg6 su rostro al de Trigarthon y le susurr6 al oldo: -Te quiero mucho... -DeslizAndose de sus brazos, se acos- t6 sobre el toall6n, y agreg6-: Acu6state a mi lado. Quiero decirte una cosa... -El asi lo hizo y ella, incorporAndose sua- vemente y apoyAndose en el codo, le dijo: --Quiero examiner tu cuerpo, porque eres muy fuerte y muy hermoso. Tus ojos azules parecen de terciopelo... Tus pes- tafias... quC largas y sedosas... Tus dientes son muy bellos. Ou6 fuertes son tus muslos... Si te pido una cosa, verdad que no me la negards? En el rostro de Trigarthon la sonrisa se iba convirtiendo