y e1 asentia, con un movimiento afirmativo de cabeza y una sonrisa de agradecimiento. --Y siempre estabas desnudo? -pregunt6 Rosina, con voz casi anhelante de emoci6n. -Tan pronto Ilegaba del conuco me desnudaba y me echaba al mar, antes de ponerme a cocinar. Yo vivia muy solo, y nadie me molestaba. Mi casa es la (nica que hay en el fondo de la playa de Carenero. Toda esa tierra es mia. La heredd de mi padre. Pero no vale nada. Y... aderAs, yo nunca la vender6, porque ahi vivi6 mi abuelo, que era esclavo en Filadelfia, y ahi estA enterrado 61 y mi abuela, y mi papa y mi mama... tam- bidn estAn enterrados ahf.,. detrds de la loma, junto al conuco. Ahi estAn las tumbas... -iHijo de los Cielos! iImploro para ti los laureles de la divinidad! -exclam6 el doctor Desaix, ponidndose de pie y acercAndose a Trigarthon-. Miren ustedes, compafieros mfos. Este es Osiris, Apolo, Trit6n, el hijo de Anfitrite, como uste- des quieran. Para mf es el hombre perfect. Simplemente el Hijo de la Naturaleza. iEl usufructuario de la felicidad! iAqui tenemos al hombre cuya alma es plana y sedosa, porque hasta ella no ha llegado el t6cigo del refinamiento, ni los retorci- mientos de la mectnica que ahora liaman civilizaci6n! -Hizo una pausa, y luego continu6-: Hemos olvidado el punto prin- cipal de la cuesti6n. Dime, Trigarthon, Za qu6 se debe que siendo ti un gran comil6n, tu vientre est6 sumido? A ver, levAntate la camiseta. -Sin darle tiempo a reaccionar, 61 mis- mo se la levant6 y dAndole palmadas.en el vientre, dijo: -Miren ustedes. Ni media pulgada de adiposidad y nada de ventriformismo. Diriase que no tiene intestines. Trigarthon, con suavidad, retire de su vientre las manos del doctor, se baj6 la falda de la camiseta, cruz6 lentamente por entire el grupo y sali6. Se produjo un silencio embarazoso. Rosina se puso de pie, ApoyBndose en la barandilla del balc6n, mir6 hacia el mar y asf permaneci6 inm6vil por largo rato, hasta que se escuch6 la voz sosegada del professor: -Es tarde. De Mers y yo trabajaremos solos mafiana, por- que es el dia libre de Rosina. Con permiso de ustedes -y said. Era una obsesi6n que ya no podia dominar. Nunca pens6 que su lascivia llegaria a tales extremes. Y ahora tenia a aquel hombre frente a ella, apenas a un metro de distancia, semi-