cosas buenas y sus cosas malas. Los hay que se distinguen por su buena cocina, como Francia, Italia, China, Jap6n; otros por su hospitalidad. Yo tomo de cada uno lo que mis me agrada. Cuando nuestras querellas political terminen y podamos orga- nizarnos, seremos una mina de cosas exquisitas. Nuestras fru- tas, si las cultivAramos, serian las mejores del mundo. Cuando hayamos organizado viveros en nuestros rios y en nuestras playas, ofreceremos al mundo los mis ricos moluscos y crus- ticeos. Cuando sepamos conservar nuestros bosques y respetar las leyes de veda, dispondremos de una variadisima riqueza avicola, porque la tierra es buena para el fomento de la crian- za silvestre de Palomas, perdices, codornices, t6rtolas y galli- nAceas acuaticas. Pero hay demasiados obstAculos en nuestro camino. Las vicisitudes political son nuestro peor enemigo. Se asombrar6n ustedes al saber que en los 122 afios de indepen- dencia de la Repdblica, hemos tenido 79 jefes de estado. En este nimero incluyo los ejecutivos colegiados. Si a esos 122 afios se restan los periods de la anexi6n a Espafia, de la domina- ci6n haitiana, de la intervenci6n norteamericana y de las pro- longadas dictaduras de Heureaux y Trujillo, se llega a tales cifras que el resultado final es que el promedio de duraci6n de un jefe de estado en este pals es de trece meses y medio. Pero hay algo mas extraordinario todavla: a poco de ser des- cubierta la isla por los espafioles en 1492, se produjo aqui la primera revoluci6n. del Nuevo Mundo, a la que se uni6 el pri- mer sacerdote cat61ico que pis6 tierra americana. La Historia recuerda su nombre: el padre Boil. Les voy a decir una cosa que no me la van a career: en el afo 1914 se produjo un estado de calma political que alarm a tal extreme al president de la Repiblica, que se levant6 en armas contra su propio Gobier- no para derrocarse a si mismo. La carcajada fue general. Los sirvientes aprovecharon el mo- mento para llenar los vasos y traer bandejas con bocadillos. El abogado Leroy se atrevi6 a decir: -ZNo estard mi querido colega zarandeando mis de lo de- bido a su propio pals? -iNo! iNol --contest6 Vergara, con vehemencia-. Es todo lo contrario. Lo quiero tanto que deseo que conozca sus fal- tas, para que las corrija. No existe una naci6n perfect. Todas tienen sus fallas, voluntarias a veces, involuntarias otras. Unas son muy frfas, demasiado calientes otras. Las hay que linchan a sus propios ciudadanos porque no tienen la piel blanca. Otras no toleran que el hombre ahorre el fruto de su trabajo perso-