dijo que el que quisiera tener muestras vivas de lo que fue la era cavernaria, s61o tenia que ver lo que comen los monta- fieses de Espafia. Esa tarea se agrav6 con la influencia africa- na, que nos vino por el conduct de Haiti. Es una extrafia mez- colanza: cavernarismo celtib6rico y primitivismo taino y afri- cano. Agreguemos a eso la inestabilidad de los primeros colo- nizadores: venian y pronto se marchaban a tierra fire. No se producia el arraigamiento indispensable para producer la tra- dici6n. Hoy somos un pueblo demasiado joven, inexperto; tene- mos buen temperament, pero somos indolentes y tal vez no hemos logrado todavia distinguir entire el bien y el mal. Nos ha faltado tiempo y oportunidad para educarnos, aunque tenga- mos deseos de hacerlo. Despuds, el clima, tan adverse y des- favorable, y, por iltimo, las vicisitudes sociales, political y atmosfdricas: revoluciones, sequfas, huracanes, invasiones y atropellos de parte de potencias europeas y norteamericanas. El conjunto de todas esas circunstancias fatales, yo las visua- lizo, las cristalizo en el sancocho. El sancocho nuestro es el cocido espafiol, el pot-au-feu francs, la minestrone italiana, el turlu-guiuvetch de Bulgaria, el ab-goosht de los iranos, el su-ki- ya-ki japon6s, el laulau de Hawai, el stew de los irlandeses, la sopa de Pobre de Nicaragua, el sancocho de Panama, la carbo- nada de Argentina; la feiollada brasilefia, la cazuela chilena, el cariucho del Ecuador, el puchero paraguayo, el chupe limefio del PerO, el hervido de Venezuela, el ajiaco de Cuba. Y nunca acabaria de contar. Son todos iguales: un cocimiento de car- nes y vegetables y races. La diferencia estA apenas en la clase de los vegetables y de las races y el condimento. Pero siempre es la misma cosa: una mezcla incongruente, que hierve du- rante horas, donde los sabores se amalgaman, formando una masa an6nima, un revoltillo donde tambi6n se mezclan los co- lores, resultando al final una mixture cenicienta, pringosa y apastada, que engullimos atropellados por el hambre. En este pais, repito, es una mentira decir que el sancocho es el plato national. Se come ocasionalmente, porque es care y porque es impropio de nuestro clima semitropical. La prueba de ello es que cuando llueve o hace frio, y esto ocurre raras veces, solemos decir: