rala,. Se la vefa a caballo recorrer la finca tratando con peo- nes y capataces. Con los afios se convirti6 en una atleta, casi un hombre, de caracter fuerte, dictatorial, que no vacilaba en irse a los pufios con cualquier pe6n de la finca. Ahora debe tener unos treinta y cinco afios, y Ileva una vida tranquila y solitaria en la antigua casa solariega de sus padres, en las afueras de SamanA. La finca ha perdido su actividad, y ape- nas produce alg6n cacao, lo suficiente para que ella viva mo- destamente en su retire de la vieja casa. S61o visit la finca dos o tres veces al mes, atendi6ndola un viejo capataz de su confianza. La soledad en que vive no impide que continue practicando el atletismo: es una consumada remadora y una expert en natacidn; realize grandes caminatas a pie a lo largo de la costa. Siempre viste come un hombre y ha per- manecido soltera, no habidndosele conocido ninguna aventura amorosa. A veces, se la escucha tocar el piano. Yo he ido a su casa varias veces y he logrado vencer un poco su misan- tropfa. Ha aceptado mis visits con extremada reserve. A raiz de mi graduaci6n, vine a SamanA a pasarme un par de meses de descanso, y fue entonces cuando la conocf. Tiene una bue. na biblioteca, y la excusa que ponia para visitarla era con- sultar algunos de sus libros. Les aseguro que es una mujer extraordinaria. A usted, professor, le gustaria conocerla. Su nom- bre es Madelaine Chanac. Al terminar de comer se acomodaron en el balc6n del se- gundo piso a disfrutar del fresco de la noche y a continuar la tertulia de la noche anterior. En el comedor se habia conve- nido que Vergara les hiciera una exposici6n de los hAbitos ali- menticios de los indigenas que poblaban la isla al ser descu- bierta por los espafioles en 1492. El abogado comenz6 diciendo que aquellos indios, a pesar de ser primitives, no eran beli- cosos. Que en tdrminos generals podia afirmarse que se ali- mentaban de races hervidas, asadas al rescoldo o crudas. Los del interior eran muy aficionados a la pesca en los rios y lagu- nas, donde abundaban la lisa y otras species que ellos llama- ban guabinas, dahaos, diahacas y sagos. Todavia aparecen algu- nos especimenes de estos tipos, y son de care fina. Las lagu- nas y rios eran ricos en hicoteas y jaibas, que los indios comian asadas o hervidas. Las primeras son muy semejantes a las pe- quefias tortugas terrestres y todavia se pueden obtener. La