ciudad. Entre un espiritu simple y un grupo de almas retor- cidas, de mentalidades activas, agudizadas por el exceso de deleite, envenenadas de seda y de luz de ne6n. Y estos hombres superdesarrollados se enfrentaban ahora con el coraz6n can- doroso de un hombre que sabia mirar porque tenia ojos y ofr porque Ilevaba oidos, pero para quien los objetos y los sonidos no tenfan mas que un solo valor, su valor real y natural, sin subterfugios, sin dobleces, ni reticencias ni reservas... Era el encuentro entire el deterioro que produce la sapien- cia y la suavidad de un coraz6n simple. Aquellos tenian cere- bros poderosos, estructurados en los Liceos y las Academias, en los ateneos y las Universidades; pulidos en los museos y en las bibliotecas donde se acumula la sabiduria; cerebros pode- rosos, sf, pero susceptibles de fructificar en poldmicas y de- saz6n y desaguar en las terrible contiendas que cubren la Tie- rra de dolor y sangre. ePodrAs enfrentarte a ellos, Trigarthon? Este es el agua pura de la lluvia y la luz sana del sol. Ellos son esa agua y esa luz transmutadas en retortas y destiladas en poderosos alambiques hasta convertirse en Anodos y reactors, en polos y dinamos... en moldculas rotas y Atomos despedaza- dos. dPodria afrontarlos? (No le destrozaran? Despues de cenar se reunieron todos en el balc6n del se- gundo piso, a fumar, a tomar el caf6 y los licores. La noche era muy clara porque el cielo estaba cubierto de estrellas y su luz se reflejaba en las tranquilas aguas del mar. El espec- tAculo era maravilloso. El doctor Desaix, el m6dico, con su sonora voz de bajo y su tono declamatorio, dirigidndose al grupo, dijo: -Creo que nuestro amigo el professor ha encontrado, por fin, el lugar en el mundo mds apropiado para escribir su tan esperado libro. El panorama es grandiose y, principalmente, no estA contaminado. Fijense ustedes bien en lo que digo: no esta contaminado: aqui la naturaleza es virgen todavia. Lamen- to que hayan instalado ]uz eldctrica. Si yo hubiese sido el jefe de esta expedici6n, hubiera proscrito todo artefacto mec&- nico... --Y con qu6 nos hubidramos alumbrado durante la noche? -pregunt6, interrumpiendole, la sefiorita Simoni. -iAh! iRosina, Rosina! iSiempre hacienda preguntas inocen- tes! ZQuiere usted mAs luz que I? c.e ;,rradia ese maravilloso