cds. Los mariners se guiaban de las indicaciones de Trigar- thon, que les hablaba en inglds. Al pasar frente a cayo Alcatraz, uno de los seflores, el m6s joven, dirigiendose a Trigarthon en ingl6s le pregunt6 si podrian desembarcar un rato en el cayo v 61 le contest que habia un fondeadero bastante profundo donde el bote podria atracar pero que no habia muelle y que el desembarco era molesto y dificultoso. Decidieron ensayar. Cuando tocaron el acantilado, uno de los mariners y Trigar- thon saltaron a tierra sujetando el bote, ayudaron a Ia sefio- rita y al joven senior a saltar a tierra. Esa parte del cayo no tenia vegetaci6n sino que era de roca pelada y lisa. La seno- rita se interest en saber si era possible bafiarse en la poza que se formaba al pie de una alta roca, que parecia muy profunda y cuyas aguas eran tan claras que se vefan las arenas del fondo. Trigarthon contest afirmativamente, agregando que el agua era muy fria y dulce, porque por el fondo desembocaba un manantial. A las once regresaron a Anadel. Despuds que almorz6 en su kiosco, Trigarthon, como de costumbre, se ech6 en la cama desnudo, pero esta vez cerr6 la puerta. Tenia que dormir su siesta, aunque fuera media hora. No podia, sin embargo, conciliar el suefio. Su mente era un enjambre de pensamientos confuses. Su primer encuentro con aquel grupo de personas le habia dejado una viva impre- si6n. Durante el paseo por la Bahia, no cesaron de hablar; lo hacian en francs; pero 61 pudo darse cuenta de sus nombres. El professor era inconfundible. Todos se dirigian a 1l con res- peto y deferencia. El hombre grueso y de mayor edad era el medico; parece que hacia chistes, porque todos se reian cuan- do hablaba. Los dos hombres se confundian en su memorial. La sefiorita se llamaba Rosina. Tenia su rostro grabado en la mente: era muy bella y muy hermosa. Todos le parecieron gente important, de calidad superior. Los dos mariners del yate que maniobraban el motor del bote, cuando se dirigian a Trigarthon para pedirle informes sobre la ruta, lo hacian en voz baja, como para no causar molestia a aquellos seiiores. aPor qu6 el destiny lo habia puesto a 61, a Trigarthon el pes- cador, entire aquellos series desconocidos? Sentia como el efecto de un impact, pero no podia explicarse la esencia y el alcance de aquella sensaci6n. En su mente revoloteaba una pregunta torturante: Zpara tender a estas cinco personas se necesitaban los servicios de dos mayordomos, tres cocineros y cinco cria- dos? LEs que no sabian atenderse a si mismos? Un impact. Si. Era el choque entire la selva y la super-