Trigarthon, que estaba retirado del grupo de los sirvientes, lo mir6 fijamente, y este no pudo evitar sonreirle. La vida en la mansi6n se inicid con naturalidad. Todo es- taba previsto. Cada hudsped fue acomodado en su correspon- diente habitaci6n, y en ellas permanecieron hasta la hora del almuerzo. El dia habia continuado nebuloso, y el mar comen- zaba a agitarse. Todo indicaba que se iba a producer una tur- bonada. Trigarthon baj6 al muelle. Alli encontr6 al detective y al abogado Vergara, envueltos en impermeables, mirando hacia el mar. Se les acerc6 y les dijo: -Es necesario que el barco se retire hacia el fondo de la Bahia. Viene una turbonada. Por mas de una hora soplaran vientos muy fuertes. EstA cerca de cayo Arenoso, que tiene bajios de arena a su alrededor, y puede encallar. -ZC6mo lo sabes? El bar6metro no indica cambio alguno -inquiri6 el detective. -A las seis de la tarde habrA una turbonada -repiti6 Tri- garthon. Y fue al muelle, desamarr6 su cayuco y lo arrastr6 tierra adentro, amarrAndolo de un tronco. Vergara converse con el detective y 6ste subi6 a la casa y regres6 a los diez minutes. Lleg6 a la punta del muelle y comenz6 a hacer sefia- les con dos pequefios banderines. Una hora mas tarde el barco comenz6 a moverse hacia el fondo de la Bahia, hasta que se perdi6 de vista. El cielo continue encapotdndose y a las seis de la tarde se produjo un violent venaaval que dur6 exacta- mente cuarenta y cinco minutes. Luego todo volvi6 a calmar- se, despejandose el cielo, como si nada hubiese ocurrido. AI dia siguiente el sol apareci6 radioso y una suave brisa rizaba la superficie del mar. El espectAculo era extraordinaria- mente hermoso. Pareca que el mar estuviese cubierto por una espumilla blanca y tremulante. Trigarthon baj6 al muelle y vio que el yate estaba de nuevo frente a ellos y que echaban un bote al agua. Desembarcaron unos mariners que hablaron con el detective. Este explic6 a Trigarthon que iban a sacar uno de los botes de motor porque los sefiores querian dar un paseo por la bahia. Trigarthon abri6 el almac6n y ayud6 a sacar el bote que echaron al agua. Al poco bajaron los sefiorcs y ocuparon la embarcaci6n. Tenta capacidad para unas veinte personas. Iban el professor, sus tres amigos, la sefiorita, el abogado Vergara, los dos mariners y Trigarthon, que se sent en la popa. El paseo dur6 hasta mediodia. Recorrieron gran parte de la Bphfa. De unas canastas sacaron emparedados, fru- tas, refrescos y bocadillos para el desayuno. Hablaban en fran-