acercaban. Se cubri6 con la sAbana y se incorpor6 en la cama. Era el abogado. Entr6 y sentandose le pregunt6, con ese tono afable que conquistaba a Trigarthon: -ZComiste bien? jTe gusta que te sigan trayendo las comi. das aqui? Puedes dejar abierta la puerta. Los sirvientes reco- gerAn la bandeja y arreglaran tu cama. No tienes que preocu- parte por nada. Eres libre de hacer lo que quieras. S61o te pido que permanezcas aqui para que acompafies a los sefiores cuan- do salgan a navegar por la bahia. aEstas de acuerdo? A una serial afirmativa de Trigarthon, el abogado le pidi6 que salieran a dar un paseo por el mar, en el cayuco, agregan- do que lo esperaria abajo, en el muelle, mientras I6 se vestia. Trigarthon record las instrucciones del mayordomo, se puso un calz6n de los que le Ilegaban a medio muslo, una camisa de cuello abierto y mangas cortas y unas sandalias de goma, y baj6 al muelle. Alli le esperaba el abogado. Subieron al cayuco. Trigarthon tom6 los remos y se hicieron a la mar. El cielo estaba despejado y el mar sereno. La brisa era leve y fresca. Los poderosos brazos del remero impulsaban el cayuco velozmente. El abogado le pidi6 que redujera el im- pulso. Luego le dijo: -Quiero explicarte quidnes son las personas que vienen a vivir la casa. Todos son franceses. El principal de ellos, el professor, como le llamamos, habla espafiol e ingles. Es muy rico. Ha arrendado a Anadel por dos afios. El gobierno domini- cano le esta ofreciendo las mayores facilidades para su perma- nencia aqui. Debes guardar el secret de todo lo que te estoy diciendo. Es ingeniero, duefio de las mas grandes minas de carbon de Europa. Es un hombre muy culto. Ha escrito various libros. Ahora esta preparando uno relacionado con la comida. Hace algunos afios que perdi6 a su esposa y ha sufrido much. Esti cansado de civilizaci6n y de refinamientos. tComprendes lo que quiero decir? Yo le recomendd este lugar, porque aqui se vive todavia en contact con la Naturaleza, apartado del bullicio del mundo, de las intrigas de la political y de las inquie- tudes de los grandes centros urbanos. Es un hombre acosttun- brado al lujo y a las comodidades y por eso ha sido indispen- sable hacer en Anadel los arreglos que ya has visto, pero tene- mos que ayudarlo para que su permanencia aqui sea tranquila. Le gusta much el mar, y td seras quien lo acompafiari cuan- tas veces l6 quiera navegar per la Bahia. Ya se han traido dos botes grandes de motor y vendran mariners a manejarlos. Td seras el guia. Con 61 vienen tres amigos y una secretaria. Si