-Los sefiores llegan dentro de algunos dias. A partir de hoy usted no podrA entrar a la casa sino cuando sea llamado. Cuando los sefiores le dirijan la palabra, limitese a escuchar respetuosamente, manteniendo el cuerpo erguido, y sin mo- verse. Conteste siempre: si senior, o no sefior, segin el caso. Nunca sonria ni se ponga a escuchar lo que conversan los senores. Hablaba en ingles, lentamente, y miraba a Trigarthon a los Sojos, como si fuera un official dirigi6ndose a un soldado. Era un hombre alto, seco, vestido de negro, con una calva que le Ilegaba hasta la mitad de la cabeza. Al compararlo con el pri- mer mayordomo, Trigarthon encontr6 que aqudl era mAs hu- mano, menos desagradable. El hombre continue dandole ins- trucciones. -Aqui tiene la Have de su pabell6n. Encontrara ropa nueva, para que pueda cambiarse y estar siempre limpio. Le confirm lo que ya se le habia dicho: usted tendrA a su cargo el cuidado de los botes; ya han Ilegado algunos y luego llegarAn otros, y de los aperos e instruments de pesca. Debe mantenerlo todo limpio y brillante. Tenga usted la Have del almac6n donde se guardian los botes, alli abajo, en la playa, cerca del muelle. Usted es responsible de todo lo que hay en 61. Para su tra- bajo en el mar, deberg usar camiseta blanca y pantal6n corto. En las otras ocasiones, vestird saco y pantal6n azules. EcharA Ia ropa usada en un canasto que se ha puesto debajo de su cama y el lavandero la recogerA cada dos dfas. Debe siempre obedecer lo que le ordene el senior que encontr6 en el muelle: es el detective privado de la casa. Dentro de este sobre esta el dinero de su sueldo correspondiente a la quincena que vence mafiana. Puede retirarse. Al llegar al kiosco lo encontr6 todo cambiado. Le habian puesto cama nueva, con mosquitero. En un ropero habia ocho pantalones de drill azul y mis de una docena de pantalones cortos, del mismo material, que le Ilegaban a medio muslo, y muchas camisetas blancas. La ropa interior era abundante y de buena calidad. Tambi6n encontr6 dos pantalones cortos de bafio y various pares de pantuflas de goma. Pens6 que todo aquello era un suefio. Se acost6 y decidi6 no pensar, para evi- tar que el atropellamiento de sus ideas le hiciese reventar la cabeza. De repente el sonido violent de un timbre, sobre el espaldar de la cama, le hizo dar un salto. No supo qu6 hacer. Al fin abri6 la puerta y sali6. Se encamin6 a la casa. Al Ilegar, desde una ventana que daba al patio un sirviente le dijo, en