que le daba leche diariamente y un becerro todos los aflos? ZC6mo dividiria su tiempo, para tender su nuevo trabajo sin abandonar lo suyo, lo que realmente era suyo, la herencia de sus padres? Sinti6 impulses de tomar el cayuco e irse a Sa- manf, para alcanzar a aquel hombre y decirle que no, rotun- damente. Pero no tuvo fuerzas para hacerlo. Le falt6 deci- si6n. Atardecia. Ya no llovia. Sacudiendo la cabeza, como para ahuyentar todos aquellos pensamientos, se quit la ropa, y se tir6 de golpe en el mar, zambullendo y resoplando, como un tibur6n enardecido. Y ali estaba ahora, desnudo y lustroso, de pie, sobre la arena, frente a su mar querido, mirando al cielo, como una gran estatua de pulido bronce. Alli estaba, erguido en la sole- dad de la tarde moribunda, sin poder pensar, como la imagen de un coloso de dbano, mientras las olas lamfan sus pies inm6- viles y la brisa jugueteaba entire los pelos de su cuerpo. Aca- baba de terminar la mariana de su adolescencia, y se Ie venia encima la adultez, cargada de incertidumbres y de asombros. Allf estaba el hijo de los Rymer, el hombre-nifio, el negro de los ojos azules, virginal y honest, amigo de la soledad, com- pafiero de las olas del mar, enfrentAndose a un nuevo capi- tulo de su vida, cuyas misteriosas paginas se abrian ante sus ojos con inquietante vastedad. Allf estaba ahora, el Solitario del Mar, desnudo y lustroso, de pie sobre la arena, como una negra roca, mientras en el horizonte se anunciaban rutas nuevas, cargadas de sorpresas, y el destiny lo ponia en manos de unos hombres que vendrian desde los otros confines de la tierra, para bautizarle de nuevo con el extrafto nombre de... iEl hijo de Poseid6n!