jo de su propio caricter y por el ambiente que le rodeaba: el azul del mar y el verde de los Arboles impregnaban su espf- ritu de serenidad y paz. El silencio de las noches estrelladas lo invitaba a la meditaci6n. En su candidez, muchas veces se sorprendi6 a si mismo sonriendo de la cara de asombro que ponian los otros al encontrarse con il: un negro con los ojos azules y las facciones finas y el pelo suave... -iAh! El cono- cfa esa historic, pero la guardaba en el fondo de su alma, como la guard su padre, y su madre, y su abuelo, y toda la familiar, IlevAndose el secret al fondo de la tumba. Su padre se lo habia explicado muchas veces, para que no lo olvidara. Ahora, despuds del transcurso de los afios, cuando ya 61 era un hombre, no sabia si sentirse orgulloso o avergonzarse de su origen. El comprendfa que los otros negros se burlaban de l1 y los blancos le miraban con el interds con que se ad- mira un fen6meno. Y eran, precisamente, esas extrafias cir- cunstancias y la posesi6n de ese secret lo que tal vez habia influido para hacerlo taciturno, hurano, empujandole a vivir recluido en la soledad de su campo, huyendo de la sociedad de los hombres y temiendo su presencia. Cuando en las noches claras se echaba al pie de un coco- tero, o cuando en las cAlidas veladas el suefio se ahuyentaba de su cama, venian a su memorial las palabras de su padre. Recordaba los nombres y las fechas... Fue su bisabuelo... Si. Era un muchacho robusto, inteligente y bueno, de pura raza africana, esclavo en una plantacidn de algod6n en el Sur de los Estados Unidos. Cuando apenas tenia veinte afios, los blan- cos le lincharon, porque habia seducido a la hija del duefio de la hacienda. La muchacha blanca huy6 hacia el Norte, para ocultar su agravio y su vergiienza, y en Filadelfia se ocult6. Alli naci6 el fruto de su deshonra: un nifio negro. Y aquel niflo negro fue su bisabuelo, Sitermann Milord Rymer. La madre blanca lo abandon al nacer y fue recogido por una familiar de esclavos. Y ahora... 61, Trigarthon Rymer, despuds de haber transcurrido casi dos sig!os, venia a salir negro como su bisabuelo, pero con los ojos azules y las facciones finas y pelo bueno de su bisabuela. Su mentalidad no llegaba a com- prender que aquel fen6meno tenia su causa en las leyes mis- teriosas de la Naturaleza que rigen la evoluci6n de los genes, que condicionan Ia transmisi6n de los caracteres hereditarios a travds de las generaciones.. *