tados Unidos a un emisario especial, con el objeto de organi- zar Ia inmigraci6n de negros de origen africano. Corria el pri- mer cuarto del siglo XIX, cuando comenzaron a liegar a San- to Domingo los primero. contingentes de negros norteameri- canos. Fueron distribuidos en las regions m6s despobladas del pais. Un considerable n6mero regres6 a los Estados Uni- dos porque encontraron que las condiciones aquf eran peores que en su propio pais. De los que fueron asentados en Sama- n6, casi todos se quedaron, Prospcraron poco a poco, conser. vando el idioma ingl6s, que se fue corrompiendo al mezclarse con el espafiol y el patois de los haitianos. Organizaron su iglesia de la secta Wesleyana, con pastores que dirigfan las pequefias churches en las aldeas que habian fundado a lo lar- go de la costa entire SamanA y Los Cacaos. Uno de estos pas- tores fue Sitermann Milord Reymer, que tuvo un hijo, Adorn, y dste a su vez fue el padre de Trigarthon. Se sabia de memo- ria aquella historic, que podia recitar palabra por palabra, por- que la habia escuchado de boca de su padre, que la repetia incesantemente... Su pensamiento daba saltos en el recuerdo de su pasada vida, y rememoraba ahora cuando, en el primer cuarto del si- glo XX se produjo un cambio politico que puso tdrmino abrup- tamente a su carrera de grumete, cuando apenas contaba die- cis6is afios de edad. El hecho coincidi6 con la muerte de su padre y con el inicio del 6xodo de los habitantes de las al- deas de pescadores hacia los ingenios azucareros del este de la isla. Recordaba vagamente su vida solitaria en aquella sa- bana despoblada, cerca de la moribunda aldea conocida con el nombre de Clard. La region habia sido una hacienda del rico colono frances Monsieur Arandelle. Dentro de aquella vasta heredad se formaron los caserios de los trabajadores de la finca, siendo Clard el principal, junto al