y que apenas calzaba, al entrar al pueblo; sus enormes pies se sentian doloridos en aquella apretada caja de suela tosca y dura. Las muchachas del pueblo le miraban con apetito carnal, porque era hermoso y atractivo, en su elevada estatura, per el misterio de sus ojos azules y su pelo bueno. per sus dientes blancos y sanos y per la recia musculatura de cuerpo, limpio y lustroso siempre, y porque lo sabian bueno y honrado y tra- bajador. Corria la version de su virginidad, y le Ilamaban 'El Doncello*. El sonrefa y continuaba su camino, ipdiferente, adi- vinando apenas lo que aquello queria significar. Cuando la calentura de la noche estival lo mantenia des- pierto, escuchando apenas la fatigosa respiraci6n de la madre enferma, confundida con el rumor de las olas, su mente de hombre simple, cargada de inocencia, rememoraba los aifos de su infancia y mocedad. Su recuerdo se perdfa en los lejanos tiempos, cuando en- tr6 come grumete a trabajar en aquella goleta cuyo capitAn contaba tres naufragios en su crddito. Doce aflos tenia cuando comenz6 a navegar. Hacian el comercio clandestine do cabota- je, ante los ojos tolerantes de la escasa e ineficaz autoridad aduanera. A veces extendian la nita hasta las islas vecinas, para hacer el contrabando. Cuando regresaban de aquellos lar- go viajes, el muchacho mostraba a sus padres el fruto 6nico de su trabajo: caracoles y conchas recogidas en las extraias pla- yas, y un pantal6n de dril azul o una camisa de rude ckaki, que le obsequiaba el capitan. A bordo limpiaba la sentina y baldeaba la cubierta. La mayor part del tiempo, cuando el mar esiaba en calma, so echaba en la proa a mirar el horizonte, mientras su tierna imaginaci6n se poblaba de ensueios y pue- riles fantasias. Y asi estuvo, hasta que muri6 su padre. Re- cordaba siempre su voz en los atardeceres nebulosos del otofio, repitiendo la historic de aquel suceso ocurrido hacia ya tanto tiempo.. Durante el primer cuarto del siglo XIX se produjo la inva- si6n de los negros del pals vecino. InCtilmente lucharon los natives de origen espafiol contra la fuerza arrolladora de los invasores. Agotado y miserable estaba el pueblo, y el hambre y el dolor se extendfan per todo el territorio del pals. Las fa- milias principles lograron irse a otros pueblos del continent. La poblaci6n se redujo al pufiado de los que no pudieron es- capar. La dominaci6n dur6 veintid6s afios. Para tratar de re- mediar la escasez de poblaci6n, el gobierno invasor envi6 a Es-