TRIGARTHON, EL SOLITARIO DEL MAR Naci6 junto al mar, en una aldea de pescadores, en las laderas de un cerro cuyas faldas las olas lamian carfiosamente. Una miniscula ensenada cuyas mirgenes estuvieron siempre cu- biertas de cocoteros. Dentro del imponente golfo, la rada pare- cia una joya verde. Y allf naci6, arrullado por la canci6n del oleaje, de la brisa que murmuraba al azotar el follaje que el calor marine disecaba, Su cuna fue la gran Bahia, sacudida siempre por la Historia desde que llegaron los hombres blan- cos. Se cri6 en aquel mar, agobiado de hermosuras pero ma- gullado por horrendos ciclones destructores. Maravilloso golf, asilo otrora de viratas y aventureros y morada ahora de la mis pesada soledad. Allf creci6, a la vera de aquel mar que se fue metiendo en sus pupilas sin conciencia, mientras su aliento infantil resbalaba en la cresta de las olas y se diluia en los atomos del viento enagenado. La llanura ocednica escuch6 su voz, cargada de inocencias, y admire su presencia sobre aquellas aguas impregnadas de misteriosa atracci6n, mientras el velero contrabandista en el que navegaba de grumete se deslizaba con descaro entire los peligrosos arrecifes y las buc6licas islas antillanas. Fueron semanas y meses sobre la proa de aquel velero, corredor de distancias ignoradas, por rumbos imprevistos, hasta llegar a una tierra cuyo nombre venia a revelarse cuando ya la quilla tocaba las arenas de la playa. Sobre la proa de aquel barco, semanas y meses, alimentindose de mar, de azul, de vientos salobres y calientes, con las pupilas incrustadas en el horizonte, deseando ver la tierra para enseguida lamentar haberla visto. Cientos de dias en la proa de aquel barco velero, oyendo sin escuchar las rifias y las carcajadas de los marine ros, atento solamente a la Ifnea de a el horizonte lejano siem- pre, que le atrafa y le cautivaba c e lrresris '_I jUl 0 DOCUMENTACION Y i 9 GET DEL CONOCMIENTO il.-'.LNCiOn. GLO3AL EL C't' 'Y 0FSAROL LO