OVER cargar un saco de trescientas veinte libras, s6lo se le paga al hombre un centavo. Un centavo de cobre, her- mano, iun centavo! iY hay que ver de donde se ha de bajar ese saco o a d6nde se ha de trepart Luego fui a las factories, y alli es donde trabajo cuando hay lo que ellos llaman "una oportunidad". Pero puedes jurar que no se vive como gente. iEs admirable! Aqui esti este pueblo con sus doce mil habitantes y nadie sabe c6mo viven los que estan alli mismo, a unos cuantos metros. Se trabaja doce horas en las factories por cua- renticinco centavos. Quince dias trabaja un individuo de dia, y quince de noche. iDe noche! Doce horas de noche, sin tregua. Hay que saber lo que significant sus minutes, uno por uno, cuando el pe6n batalla con el suefio, de pie, entire volantas y engranajes que giran locamente. El hombre sabe que si falsea y cae perder6 la vida, y cual- quier noche ve a un compafiero caer. En esta filtima zafra, cay6 un pobre muchacho, que tenia paludismo y no se podia tener en pie de la debilidad, y los engra- najes lo hicieron afiicos. En una pequefia caja cupo lo que apareci6 de 61. iY todo por cuarenticinco centavos! Yo le oia como adormecido. En ciertas ocasiones pronunciaba alguna frase vaga, en forma de comentario. Me habia dejado Ilevar por mi compafiero y cuando habian transcurrido unos quince minutes, 61 se detuvo frente a una casita blanca del central. Alli me dijo. --Estamos frente a mi casa. Entremos. Tenia una mujercita -una nifia, se puede decir-, con un pequeiin de cuatro meses. El chiquillo se des- gafiitaba grilando: la mujer, cuando llegamos, trataba de introducirle un pez6n de su pecho en la boca. Mi amigo parecia un hombre sumamente cargado que aca- bara de recibir sibitamente, sobre su vieja carga, un