RAMON MARRERO ARISTY compaiiia, una turba de peones se desgaiiitaba vocean- doles a dos dependientes que no podian despacharles. iDuro especticulo! * Otro dia estuve donde Valerio. Exaltado como siem- pre, salt e! mostrador y me alcanz6 con los brazos abiertos. Lo primero que hizo fue brindarme medio vaso de ron, porque sigue sosteniendo su vieja teoria de que s61o borracho se puede vivir en medio de estos ca- fiaverales. Me habl6 largamente lo que significa el ron para los que no pueden darle rumbo a su vida, y afirm6 su teoria con arguments contundentes. -Si uno es un trapo, debe estar borracho. eQuA rayos puede hacer aqui un desgraciado? aPensar en sacar over y echar barriga? eSacarles las trips a estos peones a sangre fria? ]No fufian! iHay que estar bo- rracho Luego concluy6: -Y edemis, nosotros somos hijos del ron. Estamos destinados a nacer, a crecer y a morir bajo la influen- cia del ron. Esto, compare, s6lo se puede ver desde un tonel de ron. Aqui todo es ron, mi viejo... Yo le oia, sonreido, ain a mi pesar, y pensaba que con el ron tambi6n nos robaron la tierra, y con ella la feicidad. Esa noche nos emborrachamos, para confirmar la teoria de Valerio. La mujer de mi amigo, como siem- pre, permanecia callada, serena, sin expresi6n alguna, al lado de la mesita donde una Impara de petr6leo, de- rramaba su pobre luz. Los chiquillos roncaban. Cuando