No hace much que salt del campo, pero parece que han transcurrido muchos aios desde entonces. iSuce- den tantas cosas en dos meses! Porque nada es stable alrededor de un hombre que se empene en mantenerle un rumbo fijo a su espiritu. Los demas le forcejean con violencia; si cede, instintivamente le consideran inferior y le desprecian; si no cede, se enfurecen contra 61 y le magullan o le arrojan. Quizas nadie !o entienda, pero asi es como lo veo y Io siento. Y sobre todo ahora, recor- dando la historic de estos dias pasados. Al salir de la finca, mis nervios se rompian, mi ca- beza giraba, mi pecho queria reventar. Pero cuando de mi vista desaparecieron los cafiaverales y los hombres molidos, y ces6 el torment de aquel techo de zinc de la bodega que me cocinaba vivo, sentirme como aligera- do de un enorme peso. Encerrado en el cuarto que nos destinaron a mi mujer y a mi, dormia la mayor parte del tiempo. Atolon- drado, no pensaba en otra cosa que no fuera descansar, descansar, descansar. . no s6 hasta cuando hubiera se- guido asi, de no haberme recordado mi compafiera que los seis pesos que me pag6 el central, habian tocado a su fin, y que era necesario buscar otros, trabajar. iTrabajar! iD6nde habia trabajo? Y dinero, ed6nde habia? Por primer vez quise career en la fibula del Ed6n, y lament que se hubiera perdido aquella maravilla.