OVER tierra. En tu propia casa te has tornado extranjero. Tus hijos no tienen aquella arrogancia y aquella hidalgula que tuvieron sus abuelos. Se crian enclenques, pusilini- mes, encogidos, hacienda de sirvientes del ingenio, y en sus labios jams florece una sonrisa que no sea de ser- vilismo. iQu6 anciano eres, siendo tan joven! "Por tus calls se camina con temor, mirando hacia atras. N:ngin hombre es capaz de hablar en voz alta, como no sea para elogiar al mister. Cuando las locomo- toras asustan el cielo con su grito, todos tus hijos callan, como si hablase un dios; y si las factories -monstruos reales de una nueva y cruel religi6n-, destrozan un pe- dazo tuyo -uno de tus hijos-, el resto enmudece, sin Isgrimas, y sin protests. "'ingenlo poderoso, que por tus chimeneas escupes diariamente la cara de Dios! iBlancos insolentes, rojos de whisky, que nos miran como el amo a su esclavol Mi pueblo, joh, mi pueblo!, estertor de agonia, en un trozo de tierra prestado donde debiste ser duefio y senior!" .. Me ardian los ojos. Volvi a pensar en mi, en mi mujer, en lo que debia hacer ese dia. Era ya de tarde cuando el cami6n se detuvo frente a la casa de mi cu- fiada. Entre el ch6fer y yo bajamos los modestos muebles. Mi suegra, que estaba alli, tenia el ceiio adusto; la her- mana de mi mujer me afrecia una sonrisa sin expresi6n; el marido estaba ausente. Nubes de polvo vagaban por las calls. AI dia siguiente fui a la oficina del manager. Pas6 entire los empleados indiferentes, y fui recibido por el asistente. Una perversidad que le retozaba adentro, se le troc6 en sonrisa cuando me pregunt6 con cinismo jovial: 197