OVER La voz del que tomaba el inventario sonaba mon6tona: -Seis botellas de ron, a treinta. Siete latas de man- tequilla, a treinta y cinco. Sesenta yards de tela, a cua- renta. Diez botellas de vino, a treinta y cinco.. El nuevo bodeguero vaciaba graneros, agachado. Yo sumaba las 6rdenes y contaba fichas de care. Mi mujer sollozaba en la casa. Los habitantes del batey cercaban la bodega preguntando: --Qu6 pasando a compai bodeguel? (Lo van a traladar? -iTan buena personal dSera botao? Los mAs, despreocupadamente decian: -Da lo mismo. No hay bodeguero bueno. T6 son ladrone. Vieja Merc6 Iloraba. Gemia: --Ay, Danielito! jAy, Danielito! dQui6n me darA el pan ahora pa mi hijo lisiao? eQuien?... Nica y Manuela, tambien lloriqueando, consolaban a mi mujer. Viejo Dionisio no estaba en casa. Cleto anda- ba por el batey vecino. Los que tomaban el inventario terminaron. Liquida- ron las partidas. La voz de un oficinista dijo: -Tienes cuatro pesos y un centavo de over, desde el iltimo inventario a esta fecha. Yo me habia cargado tres pesos por temor a tener deficit. Firmamos los papeles y sali de la tienda para no entrar mis. jQu6 sensaci6n! Yo no era el mismo. Tropezaba al andar. No sabia estar libre. iAy, la bodega! Tenia ganas de Ilorar.