RAMON MARRERO ARISTY para cubrir mis necesidades. Tanto mi mujer como yo hemos perdido todo control en nuestros gastos. Ahora bebo ron diariamente y no s6 c6mo terminara todo esto. El aleman me mira como el perro a su presa. Se diria que se lament de no haberme pescado. jCasi todos los dias est& aqui! Por cualquier futileza le oigo decir amenazante: -Mucho cu-dado. Nosotros siempre pesca al que fall. Todo el que fall aqul, cae. iNadie escape! Es como una fiera. Sus palabras me clan los hue- sos, me revuelven todo; pero a pesar de ello respond: -iEso es al que fallal El, con una sonrisa que da frio, siempre dice: -Bueno... jiYa veremos! Y march enardecido, con su paso marcial. Una cosa comprendo: me persigue, me perseguiri hasta el fin. Me asediari hasta que huya, hasta que en- cuentre un deficit o hasta que reviente o me cuelgue. La figure de mi compafiero suicide, Ilena mis suefio.... * iInventariosl ;Inventarios! jInventarios! Durante estos l6timos sesenta dies, los oficinistas -a veces acompafiados par el alem6n que ha presen- ciado las operaciones-, hen venido seis veces a mi tienda. INo puedo ya con mis nervios! IY no puedo protester! Permanezco callado, encerrado en esta bodege, sin poder confiarle a nadie mi angustia, viendo como en ca- da inventario mi destino sigue pendiendo de un hilo, gracias a un microsc6pico over de algunos centavos que