OVER forma. A la noche siguiente fui al pueblo, sin pedir per- miso. Al coger un autom6vil en la carretera, le di instruc- ciones al ch6fer para que me Ilevara directamente al hospital. Cuando llegu4 alli, entree al pabell6n donde se aloja a los empleados y a sus familiares, en busca de mi mujer. No habia nadie en el extenso pasillo alumbrado por una bombilla cuya luz moderaba un globo color de leche. Tras caminar de un lado a otro, tropec6 con una nurse con aspect de persona muy poseida de si misma, y de quien era dable sospechar que habia descubierto la piedra filcsofal; descubri6ndome ante ella le pregunt4 simplemente si no sabia donde estaba mi mujer. No s6 si fu4 que lo hice muy torpemente, pero aquella mujer demostr6 estar ofendida, y con altivez me pregunt6: --Su mujer? eQui6n es usted? Dije sin vacilar: -Usted me conoce, indudablemente. Nos hemos visto en el pueblo. Ahora soy el bodeguero Daniel Compr6s. Respondi6 secamente: -Pues eso es alli, en el otro pabell6n. Y me volvi6 la espalda sin decir mas. En otra ocasi6n habria pensado en su actitud, pero ehora era muy honda la amargura que habia en mi. El pabell6n donde estaba mi mujer era el mismo destinado a los peones. Cierto era que ella no estaba en el sal6n general, donde en varias hileras de camas habia quince o veinte hombres de los cuales algunos rugian de dolor durante today la noche; pero se encontraba a muy pocos pasos y para ir a su cuarto era necesario pasar por alli. La tenian en un pequefo cuartito, de cuarentid6s pies