RAMON MARRERO ARISTY Como Ics peones le han tornado confianza, cuando tropiezan con 61 por los carries o en la bodega, le dicen: -Mista Norton: la jambre ta dura, ecuando tu va dando una trabajita? El blanco les quita el sombrero para pasarles la ma- no por las sucias cabezas, o les pone familiarmente la diestra en un hombro para decirles: -iCaramba, hijos! Yo con el alma les daria much trabajo, pero la compafiia este aio parece que esta apre- tada. Sin embargo, no se apuren much, que ella no se olvida de ustedes. Y luego, en tono confidential, les secrete al oido: -Cuando yo est6 en la colonia, m6tanse por ahi en una pieza y c6manse dos o tres cafiitas, que si el po- licia los halla yo arreglado la cosa. 1Claro que no hay que nombrarme! Los peones se alejan hacienda reverencias y alaban- do su buen coraz6n. Lo que dijo el inglesito se confirm cada dia mis. iQu6 hondo esta hiriendo esta bondad del superintendent! Los dias del batey son callados. Las noches iguales. Los hombres se calientan al sol, cubiertos de harapos, muertos de hambre. A veces, sobre todo en dias de Iluvia, les atormenta tanto la necesidad de comer, que los mis osados, aun sabiendo que estS prohibido fiar, vienen a la bodega y me dicen: -Bodeguero, fieme una librita e mai. 0 si no: --Deme un chinguito de azCfcar pa endulzarme la boca.