RAMON MARRERO ARISTY la compAfiti valora en veinte mil d61ares con todas sus mejoras. El le debe al central veinticuatro mil, porque para sembrar esto de cafia la compaiia Ie hizo presta- mos miy gruesos y laego a.3o tras afio, para el cultivo y mantenimientc general de la colonia le sigue prestando. O mejor dicho: porque para el mantenimiento general de la colonial la compaiia invierte todo el dinero nece- sario, sin tomar en cuenta al duefio, y lo carga a la cuent. de 6ste. La propiedad responded de esa suma. El pobre hombre suspira porque el central reciba la propie- dad en pago y le deje como contratista para amortizar los cuatro mil pesos restantes en dos o tres afios. La compaiiia le responded que ella no tiene interns en que los colonos pierdan sus tierras -le da alguna lecci6n de patrictismo si es posible- y no acepta el negocio. Cada afio, mientras tanto, la deuda gana intereses al doce por ciento; intereses que son capitalizados mes por mes. El central tira la cafia de la colonia sin omitir gastos, y al finP!h/r la cosecha, 61 mismo se paga los intereses y ap!ica lo que sobre --si sobra!- a amortizaci6n. El co!cno, que de dia en dia se pone unas polainas y va a "su prcpiedad", ve a los blancos hacer y a fines de co- sech' recibe los papeles de liquidaci6n, donde unas com- plicadas columns de n6meros le cuentan c6mo va el asuaito Los diaries mientras tanto, en sus secciones so- ciales Le ofrecen un gran consuelo Ilamindole "acauda- lado colono del central tal", y 61, para comer, va a la oficin., general de la compaiiia y miente pidiendo "un avanre para hacer trabajos", porque como pr6stamo es c-h.1 que Io pueda obtener. F,,ns un dia este co!ono hablaba con Mr. Norton y le cxr-nia llsnamente su czso. -,Ah! -dijo el americano-. El asunto es sencil-lo.