OVER viduos cuyo aspect, al volverme la espalda -resigna- dos, rotos, gastados como un hierro viejo-, me ha apu- fialado el alma, y he estado a punto de gritar: "IEh, hermano! iVen! iToma lo tuyo! IPegame fuerte! ISoy un ladr6n!" Pero he ahogado el grito al llegarme a la boca, y golpeando furiosamente algin objeto, he alejado la tentaci6n. Luego, tratando de justificarme, atropelladamente he dicho: "Pero epor que no me pagan lo que necesita un hombre para vivir? CPor que me encierran? (Por que me despachan menos de lo que me cargan en las fac. turas? {Pcr qu6 me exigen mis? No son ellos culpa- bles? eNo tengo derecho a la vida, como cualquier ani- mal?". Y a pesar de todo, he creido oir algo diciendome: "Entonces, ivete!". Pero me he rebelado gritando: "eA d6nde he de ir? iSe halla algo que hacer hoy dia ? iSoy acaso el inico que roba aqui? Por qu6 se me exige tanto? No haria esto si hallara otra cosa. iNo me ire!" Y como si lo dicho no fuera suficiente, he vuelto a objetar: "iSon muy duros los dias sin pan! Ya no hay padres para hijos, ni hijos para padres. El hombre es un nAufrago en la tierra, y debe asirse a lo primero que encuentre, para no perecer. iNo me ire!". Y nuevamente me he colocado en el lugar de ventas...