OVER no estall6 con un comentario de los suyos. Yo -Ino me explico!- tuve un pensamiento raro y veloz: "iSi fuera mi mujer!"... * Despu6s de aquello ninguno de mis compaiieros ha vuelto, pero yo he trillado muchas veces el mismo ca- mino. ElIa y yo hemos estado siempre cerca. Mucho le he hablado, pero de cuanto Ie he dicho nada recuerdo. S61o s6 que me he sorprendido dicibndole cosas tan formales que a veces me suenan como dichas por otro. Y he ha- blado de esperanza, de amor... El padre me ha torado gran cariiio, a pesar de que la madre me mira con cierta inquietud que en vano desea ocultar. El hombre y yo agotamos todo el tema de la bodega y desmenuzamos las hazaiias del central. El me dice: "Apure el over y ponga su tienda propia. Salga de aqui. Yo comienzo a pensar en esas cosas y -iparece increible!-veo un porvenir con la hija de este hombre, detris de un mostrador, yo satisfecho, feliz, con algunos chiquillos que piden golosinas que no pueden alcanzar en el aparador. Veo los deditos, las manecitas gordezuelas, y oigo las vocecitas. Y siento a mi lado a la mujer. Me invade una ola de ternura. jLa mujer! Ella apa- rece, con una sonrisa, regalindome toda la esperanza. El viejo sigue: "Usted es joven. Con sus relaciones y un poco de dinero, (icasi nada!, quinientos pesos), consigue un buen cridito, abre un buen establecimiento. Crealo. el comercio estr mal, pero un hombre vivo todavia pue- de hacer algo. iYo porque estoy tan viejo!". No es tan