OVER ci6n. La falta de agua, much antes, por sed". Y pen- sando en eso me pregunto: ipor qu6 no han muerto to- dos aqui? En estos mess de zafra ---poca de relative abun- dancia en la finca-, he visto caer desmayados a varies individuos ante la puerta de la bodega. El primero -un haitiano llamado Jos6 Castil-, me caus6 una profunda impresi6n, porque nunca habia visto cosa semejante. Se hallaba frente al mostrador, pidiendo, jadeante como un buey: -Bodeguel, depacha mu,. Depacha mue... Y como no pudiera atenderlo inmediatamente, por- que otros peones que habian llegado antes me pedian sus provisions a gritos, su color cambi6 y qued6 cenizo, y se desplom6 come un fardo. Grit4: "iLevAntenle!", pero los demAs miraban ate- morizados, sin atreverse a tocarle. RecriminAndoles su actitud, salt el mostrador con una botella de alcoholado en las manos, y ya sobre 61, le frot6 la cara, le hice res- pirar, y nuevamente le volvi a la vida. Su mirada, su cara, todo itodo 6l!, decia claramente: HAMBRE. Hice que le Ilevaran al cuarto que ocupaba en el barrac6n, y poco despu6s le envi6 comida. Por la tarde, desde la bodega vi su figure fumando un cachimbo sofiadoramente. Estaba sentado en un tron- co de los que traen para combustible de la bomba, icomo si nada hubiera pasado! Luego vi a un mozalbete de los que trabajan en la resiembra de la cafia, caer en forma parecida. A ese le di un trozo de pan y otro de queso, y casi sin sentido, en el suelo, comenz6 a engullirlo. Parecia un moribund, 1pero comial Otro que cay6 a mi vista fu6 un muchacho, casi un