RAMON MARRERO ARISTY Y como alguno se queje de la vida que se lleva en estas fincas, dice, esforzAndose por dejamos convencidos de su verdad: --Ustedes tienen esperanzas. Tienen porvenir. Su pue- blo es libre. Este mal pasara. Llegari el dia en que estos grandes capitalestendran que darles al pueblo y al estado lo que les corresponde, y devolverin buena parte de los millones que se han llevado a costa de las inmigraciones de esclavos y del native desorientado y abandonado. Ustedes tienen esperanzas, les repito. Alguna vez las cosas serin diferentes. Pero nosotros, icuindo cambiare- mos nuestro estado de esclavos? ZQui6n escapa de las manos de Inglaterra? Los negros de mi pais no aprendie- ron nada de la guerra mundial, que debi6 enseiiarles much. En la guerra qued6 demostrado que el fusil ma- nejado por el blanco y el fusil manejado por el negro, son igualmente poderosos, y eso ha debido sacudirles, servirles de ejemplo para comprender que no hay razas superiores ni razas inferiores. Cuando asi habla, los compafieros, inconformes, ya acalorados por los tragos, le asedian a preguntas: -Y cuando llegue la justicia, amiguito -grita Va- lerio si ain no ha legado a su climax-, ed6nde estare yo? CQu6 sera de los miles que perecen de hambre, po- dridos de enfermedades, en estas fincas? eQui6n salvara a los tuberculosis, a los que orinan sangre, que antes de morir quedan verdes, como hojas? iQuien redimira a los reventados, en una palabra? iYo no creo en la jus- ticia future! iS61o creo que nos morimos como gusanos en el vientre de estas compaiiias. ante la indiferencia de todos los poderosos! Eduardo dice: -No tengo esperanzas. Estos paises son tierras de