OVER -Bueno, amigo -dijo, volviendo la cabeza hacia otra parte ya montado, levantando una mano-. Nos volveremos a ver. Y se fuN inclinado sobre el pescuezo del mulo, ca- beceando, verdaderamente borracho. Desde entonces nos vemos todos los dias. Hablamos del tiempo, de la zafra, de vagones, de cualquier cosa, menos de aquello. Parece que se ha arrepentido de haber dicho tanto. * Mi bodega se ha hecho la meca de la gente que vive inconforme. Domingo tras domingo, recibo la visit de Eduardo y de nuevos amigos. Entre ellos figuran el bo- deguero Valerio, hombrecito regordete, de voz aguda, chistoso a fuerza de ser amargo, y el inglesito Brown -George Brown-, que tambien es un sujeto intere- sante. Valerio es de la Capital, tiene unos cuarenta aios, dos hijos y una mujer de quien dice: -Ella cree que es mi sefiora, y yo se que es la piedra de molino que el destiny me ha atado al cuello, para anegarme en lo profundo de esta vida. Cuando esti bebido hasta querer llorar, domina el grupo con su voz, se pone en pie, y comienza a bor- botar: -No hablen de libertad. No hablen de derechos. No hablen de nada. iQu6 no hay libertad en la vida! Si no te esclaviza la mujer, te esclavizan los hijos; si no los hijos, la miseria, el trabajo, alguna enfermedad, jel destiny! No hay libertad en la vida. Se lleva el vaso a la boca, traga el ron como si se