OVER viado de una gran mansedumbre exterior, me ha contado su vida. Cuando lleg6 aqui, era muy joven. Lo acompaiiaba su mujer, una linda paisanita que le sigui6 al salir de su tierra. Llenos de ilusiones, sofiaron que en este pais de promesas ganarian dinero y tendrian hijos que luego educarian convenientemente, en un buen colegio de su tierra, mientras disfrutasen de una vida apacible, con el product de las ganancias que de aqui Ilevaran. Y vinieron y tuvieron los hijos... ipero no han po- dido volver! Sobre esto me decia el mayordomo una tarde, mien- tras nos abandonibamos a merced de una botella de ron: -He trabajado rudamente muchos afios, hacienda por distinguirme coma hombre honrado y eficiente ante la ccmpafiia, y aunque he dado pruebas de mi capacidad, de empleado perfect, nunca he visto colmada mi espe- ranza de ser apreciado. Al cabo de todo ese tiempo s6lo tengo, como premio, nueve muchachos semi-salvajes, criados en estos carries; mi pobre mujer, vieja y flaca como una bruja; yo inutilizado para todo, porque he olvidado hasta como se Ileva la ropa, y por afiadidura, casi ciego, a causa del humo que he cogido quemando barbojo, apagando fuegos, ocupando siempre el sitio mAs peligroso, para asi defender el pan de mis hijos. Y luego, en un tono que muy pocos le han oido, agarrAndome por un brazo, mirindome a los ojos, ha roncado: -Compr6s: cuando vine aqui yo era un hombre honrado, y por conservar el empleo, ya ni siquiera soy eso. He aprendido a engafiar y a mentir con tanta na- turalidad, para servirle a este capital y serle grato a sus administradores, que ya no me seria possible vivir en