RAMON MARRERO ARISTY -'iNooo! jNo digame 6sa! eQui6n puede crea que yo manda 6sa? iQuita! iQuita pronto!' Y no me qued6 otro remedio que obedecer, y lo que fue el mal humor y el deseo de dare una lecci6n... guardarlos por ahi. ** Es ya de noche. Se fu6 el peonaje y estoy solo en la bodega, arreglando cuentas antes de cenar. Acaricio la perspective de ocho horas de noche que prometen ser otras tantas de paz. En eso Ilega el alemrn. Viene mis rojo que de ordinario. eQuB le haria restrasarse hasta el extreme de que ain se encuentre en el campo? jAh! Claro se vb que hoy perdi6 la cuenta del whisky. A pesar de que al entrar tuvo que rozarme, pas6 sin saludar. Es la costumbre de la gente "superior" que vive sobre nos- otros aqui. Ahora, ya en la tienda, sin percatarse de que existo, lo registra todo con insolencia sin igual. Abre el caj6n del dinero, registra los libros, porque puede ser que no est6n en regla; arroja por ahi las 6rdenes sin pe- dirme permiso ni much menos darme explicaci6n, y... ain no estA conforme. Examina los graneros porque pue- de haber sido mezclado el caf6 o el arroz; dirige miradas escrutadoras a mi dormitorio. IPuede haber alli algfin andullo! Estos ladrones de bodegueros suelen comprarlos a ochenta centavos para ponerlos en inventario envuel- tos en la yagua que traen los que envia el central a tres d6lares cincuenta, ganindose asi $2.80 a los cuales s6lo tiene derecho la compafila. Descubrir esas cosas en su especialidad. Veo sus procedimientos, indignado, pero resuelto a soportar. Esto es lo normaL Para eso se es bodeguero.