OVER vagancia las olvidaron, y ellos mismos contribuyen a deslumbrar a los bisofios, para que vengan a derretirse bajo el sol. Todos ven la zafra como un espejismo. Desde el pe6n astroso hasta el colono. Y la recibe con agrado hasta el blanco que pasea los carries en modern auto- m6vil o en fino potro de raza. El picador sabe que ya podri comerse cuanta cana quiera sin temerle a la cuerda del] policia del central, y que ademas tendra trabajo para ganar con qu6 comprar, de tiempo en tiempo, un pantal6n. El capataz y el carretero, que afio tras afio vienen con la misma ilusi6n, generalmente suefian con la mesa de juego, con el ron y las mujeres. El contratista, el colono y el ajustero, han visto son- reir a su acreedor, a quien le tomaron a prestamo bue- nas sumas al veinte y al treinta por ciento mensual. El bodeguero espera que las ventas sean mayors, y piensa en el over que ahora serA suficiente para l6 y pa- ra el departamento, que se toma un empefio feroz en que cada dia la suma sea mayor. Y el blanco, cuya vida holgada jamfis sufre cam- bios, al contemplar las reci6n Ilegadas manadas de ne- gros, experiment el placer que un dia embriag6 el alma de su abuelo, mientras flagelaba las espaldas del africa- no que compr6 en un mercado... * * El batey ha despertado como de un largo suefio. El balc6n de la bodega esta Ileno de individuos a quienes no conocia. Son natives que harin de carreteros, de va-