RAMON MARRERO ARISTY tre al giliro, iparece que la vida cabe en un vaso de ron! Los mfisicos repiten: -"Si viene el marido, lay! iay, vdlgame Dio-61 Con un s6lo tiro, jay! los mata a los do-6". El calor del merengue abrasa el cerebro. La mujer complete lo que empez6 el ron. Algunas parejas, trope- zando, caminan abrazadas hacia las piezas de caria, o simplemente se internal en un barrac6n pestilente. El merengue par6 de golpe y se oy6 un "iUt6 la paga!", dirigido a Eduardo. Hombres y mujeres quedan, recostados de alguna parte, restregandose, borrachos de miusica y de ron. Tres de la madrugada. Las horas se fueron veloz- mente. Alarch6 mi compafieiu por un carril sin nombre. Yo voy dando traspibs entire un coro de ranas asustadas. Diviso mi batey con sus techos de zinc brillando como si fueran de plata. La bodega est6 alli, con frio en un rinc6n; y la luna se ha escondido, avergonzada. Cuando llego y trat6 de abrir el candado, me sacude, imprevista, la pregunta del vecino: --Qui6n ta ahi, carajo? Es la voz de Cleto. -Soy yo, vale, que vengo a acostarme. -jAaaa, bueno!