RAMON MARRERO ARISTY antonce jata nos botan del batey por infetoso. -jCompai, utea decia la beldi!-, terci6 un hai- tiano. 1CAllate la boca, mafi& (9) del diache, que tu no tiene que meterte en la conversaci6n de la gentej -gri- t6 uno que trabaja en la resiembra y que por ello co- metia la osadia de sorber un trocito de calia aprove- chando la ausencia de Cleto. -lLa dominicane son palejele! -gruli6 el haitia- no, decepcionado. -jParejero no, degraciaol iQue a utede y a eto condenao colo (99) deberian quemarlo junto! -iEso e verdi, carajol --Eso e verdi! -comenz6 a oirse en el grupo. Las palabras subian de tono y quizis haitianos y dominicanos se hubieran ido a las manos, a no ser por la llegada de viejo Dionisio. Al verlo, todos enmudecie- ron, y cuando volvieron a hablar, ya las palabras de la discusi6n se habian olvidado. jPor fin iban a comer! -Don Dionisio, deme un vale de die chele. -Yo quiero vente. -Pasi mu6 cinco. -Mire que yo quiero comprA un cachimbito. -ijesi, critiano! tEto no me alcanzal Y luego, cuando tuvieron las 6rdenes, se dirigian a mi: -Bodeguero, dep4chame pronto, que tengo jambre. -Dejese de viveza... Y se oia entire ellos: (*) Nombre despectivo que se le da al haitiano. (**) Cocolo so le dice an Santo Domingo al natural de las isles inglesas del Caribe.