RAMON MARRERO ARISTY mi compafiero sigue narrando historias... Siguen des- filando miserables bodegueros sin honra, pequeios ca- jeros de la tienda central desaparecidos que con su fuga se hacen responsables de sumas que sac6 en whisky y dinero el asistente; las partidas sospechosas descon- tadas de los cheques de los bodegueros "por concept de mercancias tomadas en la tienda principal"... Y todos callados, conformes o no, sabiendo lo que ocurre, pero dispuestos a seguir en sus empleos a cualquier precio. As durante afios y aios, hasta Ilegar ese estado a ser cosa natural falta de todo interns. Me pregunto: "dQu6 serh de mi?" IY otra vez se me enciende un loco deseo de escapar! * La tarde se ha hecho fria y nos trasladamos a la bodega. Sentados en el mostrador, con los pies colgan- do, separados por otra botella y dos vasos, hablamos del central, de su powder, de su organizaci6n... -Este es un negocio cruel --dice mi compafiero-. La compafiia lo disfraza bajo el nombre de "tiendas pa- ra tender a las necesidades de los trabajadores en los campos de caria', cuando en realided esto es la muerte de la region. Al latifundio han unido el monopolio co- mercial mas vasto del pais, abusando de sus empleados y trabajadores, que temerosos de perder el pan, ni si- quiera se atreven a hacer hincapi6 para obtener pro- tecci6n, porque ello seria considerado como un crime, y para sostenerse empleados no tienen otra garantia que la de su servilismo. Esto que tiene e- character de