OVER s6lidas, cuyas amarras mantiene en buen estado su mujer, y coma 61 y el segundo se cubren con la misma manta... iNo hay que hablar! Si se ordena una investigaci6n la realize el mismo Mr. Panza, y a, fin todo queda, como dicen ellos, 0. K. dExplica- ci6n? Sencilla. Nuestro dictador no era mAs que un car- nicero en su pais, cuando su mujer hizo amistad con uno de los magnates accionistas y dirigentes de esta componia. iEsta fu6 una gran amistad! Y el descuarti- zador de reses se convirti6 en senior del departamento de tiendas de este central. Quedo pasmado. eNo habrA aqui nada limpio? Sin embargo, me aferro a una esperanza y digo: -Pero algfin dia... Y Eduardo corta: -iNada sucederA! Quiero insistir; pero 61 no me deja. -A lo mas que todo puede Ilegar -sigue sin oir- me-, es a que el rubio eche cualquier dia por la borda a su socio. El asistente cada vez se extralimita mas, y ha- ce mayors escAndalos. Roba en la tienda central y luego se lo hace descontar a los bodegueros de su grupo. Anda con los autom6viles del departamento llenos de mujeres par las noches, y a veces le amanece en los caminos bo- rracho. Un dia el rubio estarA en condiciones de formarle un expediente, y serAn tan evidentes sus fechorias, que se le despedirA sin permitirsele formular defense ni mu- cho menos hacer una acusaci6n contra su jefe. Y el m -inger quedarA tranquilo en su puesto y todo seguira lo mismo, sin registrarse ning6n cambio fundamental, porque siempre pondran en el cargo a una pieza de tanto valor como el asistente. iNada hay que esperar! Pienso: "iA qu6 estercolero he venido a parar!" Y