OVER puedo evitar un comentario. jEs raro esto de que un bo- deguero se atreva a celebrar fiestas en la casa de la bodeg;, con 1o exigente que es el manager! Y mas raro parece eso de que Mr. Lilo... Eduardo interrumpe mi comentario y responded: -No es tan raro cuandr las fiestas son dedicadas at asistente por ciertos bcd,,.Lcrcs, ni es raro que l1 las acepte. Estoy confundido. Del asistente s6lo se, que ocupa un cargo muy pocas veces desempefiado en estos cen- trales por un latinoamericano, y que es uno de los prin- cipales personajes de nuestra alta sociedad local, lo mis- mo que todo el que tenga un empleo cuyo sueldo pase de cien d6lares al mes. Pero mi compaiiero, que conoce al dedillo todas las intrigas del departamento de tiendas, me cuenta cosas asombrosas. -Por ahi se dice -me informa-, que el segundo tiene pisado a su jefe, porque le ha descubierto una series de oscuros manejos que Mr. Panza realize a escondidas de la compafiia. iEsto si que no lo esperaba! Me olvido de reir del mote de Mr. Panza, aplicado al manager, y se me esca- pa una interjecci6n. -Como lo oyes -sigue Eduardo-. Y uno de esos manejos consiste en ciertas comisiones que recibe el blanco de las casas a las cuales favorece con las gran- des pedidos del departamento, contraviniendo asi las dis- posiciones de. central que establece la forma de con- curso para hacer sus compras. Tambi6n se asegura -y de ello su vientre es un buen exponente-, que mis de las tres cuartas parties del over -y quizi todo--- quearro- jan las bodegas del campo, la tienda principal y el al- macin, se las traga ese enorme senior. iY cuintas cosas