OVER aonde tenei la barriga Ilena, idebe pegaise ni an la san- grijuela! Y por eso ut6 me vb que con lo j'asunto de mi debei no conoco a naide, y poi ma desambrio que sean eto blanco, yo le cumplo su s'oidene, ipoique pa eso pa- gan lo suyo! Lo ha dicho como irritado, por haberse compadeci- do de alguien. Un tropel de caballos en el patio, nos anuncia que lleg6 gente. Nos levantamos, el policia con la botella en la mano y yo en disposici6n de averiguar quienes son los visitantes. -Deben sei su j'amigose- observa, envolviendo la botella en papel de estraza. -Deben ser ellos -asiento--. Pero no se vaya usted por eso. -No vale... -responde-. A mi me guta andai como la res mala. Y dicho esto, arreglAndose la correa del revolver, done luce cincuenta proyectiles nuevos, se asoma a la puerta. Lo veo levantar la diestra al mismo tiempo que dirigi6ndose sin duda a los que han Ilegado, exclama: -Bueno dia, j'amiguitose... Si... Ei bodeguero tA ah-. Yo creo que viene a recebilo. Se lanza de la escalera, y me hiere la vista el re- flejo de un rayo de sol que se estrella en el acero de su revolver. * Me hallo entire dos bodegueros. Sentados en toscas sillas, rodeamos una caja que hace las veces de mesa y en la cual se yerguen una botella y tres vasos. Hablamos