RAMON MARRERO ARISTY Se entusiasma. --iVigame Di6, critiano! Ai fin 1'oigo hablai de a veidA. ]Le cogerA ut6 ei piso a la finca! Le oigo y pienso que "cogerle el piso a la finca" sig- nifica olvidarse de todo, mudar una mujer, tener nifios enfermos y vivir borracho. Como siento que permanece en la escalera del lado afuera, pegado a la puerta, com- prendo que quiere entrar y le abro. Entra y una vez frente al aparador, se queda mirando embelesado, la co- lecci6n de botellas. Moviendo la cabeza a un lado y a otro, exclama: -iVigen de Aitagracia! iSi me laigan e n'un potre- ro como ete, me tiene que sacai en litera! Y alcanza una botella que comienza a descorchar. Sirve el ron en dos vasos, sin preguntarme si quiero be- ber. Ya he abandoned los formularios y estoy frente a l mirAndole hacer, Arrastro una caja de kerosene y to- mo asiento en ella. Le indic6 otra que ocupa al instant. Va a decir algo cuando se oyen unos toques discretos del lado afuera, y luego, jadeante, una voz: -iBodeguel!... Bodeguel!... A mi me se ol- vida el manteca. Vendeme un poquita. Quien asi habla es el haitiano Joseph Luis. El po- licia no me deja responderle, y abriendo la bocaza, vo- cifera: -iMafi dei Diablo! JTu no repeta que la gente ta descansando, rejundio? eQuiere que te rompa ei pe- cuezo, desgraciao? La voz ahora dice: -Dipensa... Mi no sabL... Dispensamue... iTamafio susto se ha Ilevado el. haitiano! Cleto es temido entire los peones como un Zeus, pues lo creen capaz de matar por cualquier futileza. El vive dicien-