OVER Pero me dirAs... d6nde aprendiste a humillar asi?... Y como si contigo no fuera suficiente para lievar aqui una vida de perro, jahi estin estos peones metiendo un ruido atroz! eD6nde aprendiste? . 1Gritos! IGritos! Ojos y bocas se barajan ante mi, iSi pudiera escapar! * Se ha ido un tiempo que no puedo precisar. Se ha esfumado la algarabia infernal y me parece que he cai- do de muy alto. El Big-Ben me mira con los pequefios brazos de sus agujas en alto, y secretea sosegadamente su tic-tac. He cerrado las ventanas y me dispongo a anotar las "salidas' del dia en el libro correspondiente, presa ain de cierto malestar, cuando oigo una voz que viene del patio... Es la voz de Cleto, tan alegre como si este fuera el dia de su cumpleafios. -iBfodeguero! jBodeguero! Digame si ya ust6 se fue... ;Qu6 pregunta! Aunque no lo quiera, he de sonreir. Con este hombre parece que no es possible permanecer serio. -No saldr6 hey -le respondo-. Espero visits. Y me dice con el acento mAs cibaefio que hall: -Pero bueno, compai, jut6 se va a metei a viejo? Ya yo toy cansao e dicile que la vida no se pue llevai asina. eA ut6 como que no le gutan la muiere y ei ro- mo?... Se ahuyentan mis pensamientos, porque el policia lo aleja todo con su bendito buen humor. Le digo: -Quizis me gusten, Cleto, aunque no come a usted. Hoy por ejemplo.. .