OVER es una verdad aplastante: "Aqui no se pu6 tener pena ni consideraci6n. Ellos no s'aprietan, pero es pa que nosotro apretemos pa'lante'. iY no hay que decir mis Este maldio over, qui&n lo inventaria? ZD6nde hall6 esta gente tan diab6lica forma de exprimir? No hubiera creido, por mAs que me lo hubieran dicho, que con su apariencia de personas series, met6dicas, invulne- rables, podrian ser tan cinicos. dC6mo vivir en medio de esta injusticia, sabiendose uno instrument de tanta iniquidad? No hay que dudar, jel hombre hambriento vende hasta el alma! Alli viene viejo Dionisio. Seguramente no se deten- drA, porque son las doce, pero al pasar me dirh ahue- cando la voz: -Enlieme un cafecito, que voy a mandA por'el. Tal coma lo sospech6 sucedi6, y alli va corriendo desnudo, el negrito hijo suyo, que vino por la botella, con su cuerpo de 6bano brillando a los rayos del sol. Es la hora de la canicula. Balduri, el haitiano bom- bero, raja lefia silbando una canci6n protestante. Nica mira el camino por donde vendra Cleto. Los haitianos, sentados en los troncos que servirAn de combustible a la bomba, mastican su hambre, como bueyes que se echa- ran tranquilamrnnte a rumiar. Los perros duermen bajo los pisos. Las casitas se derriengan flageladas por el sol.