OVER ma habitual se lo llev6 a la boca y trag6. Con un paiiuelo se limpi6 el espeso bigote en cuyos pelos brillaban gotas del licor, y con esa sonrisa suya, me dijo: -iAy, bodeguero, no sea ust4 pendejo! eY ad6nde iri su alma si uste sigue vendiendo complete? Mire... Cort6 la frase como si quisiera examiner el terreno donde iba a dar el paso decisive, como hombre que juega la vida en ello, y me mir6 intensamente, entrece- rrando sus ojos que siempre parecen trozos de came sangrante. Yo sostuve su mirada. Al fin sonri6 y con- tinu6: -Yo he visto fracasar a much jovencito como ust6. En estas bodegas t6 los dias hay uno nuevo, por- que aqui no e suficiente saber de niimeros para sacar buena cuentas. Pa bregar con estos blancos hay que te- ner navaja, bodeguero, jmuy buenas navaja! Ellos no s'aprietan, pero e pa que nosotro apretemos pa'lante. Aqui no se pu6 tener pena ni consideraci6n. iPr6ndale ta manta a to el mundo, que si no se lo llevara Jda! Y trag6 un poco de ron. Luego, bajando la voz afin mis, me recomend6: -Si uste ta vendiendo complete dende el principio, pase un balance eta noche; pero tenga much cuidao, porque en lo bateye hay much asusone y lambeojo, y si el blanco lo sabe, lo botan. La sorpresa no me dejaba hablar. El viejo, envol- viendo la botella para marcharse, me dijo lo filtimo: -iDi6 quiera que ya ut6 no ande cojo! Dbjese de cuento e camino. Eso blanco son como gato barsino. Ello le dicen que venda complete pa que uste crea que le despachan complete, pero ique va! aqui complete na mA ti ust6. Y los hechos confirmaron sus palabras. Tan pron-