OVER descubiertos!, porque la "seriedad" de la compafiia no admite engafios. En cuanto al bodeguero, la cosa es m6s complicada y mis cruel. Se puede decir que ningin empleado se hall tan impelido al robo y a la desesperaci6n como 6ste, Al bodeguero todo se le carga minuciosamente, ya sea una onza de pimienta, una cabeza de ajos, media li- bra de habichuelas o una nuez-moscada. El departamen- to tiene reglamentos impresos que son verdaderas leyes; fantAsticas y drAsticas leyes mediante las cuales queda uno condenado, extinguido, pulverizado, sin haber sido juzgado y sin tener opci6n a apelaci6n de ninguna es- pecie. Con frecuencia Mr. Robinson describe diciendo: 'Debe usted cefiirse estrictamente a tal articulo de nues- tro reglamento", o "De acuerdo con el articulo tal sir- vase hacer esto o lo otro', como si aquel reglamento hu- biera salido del Poder Ejeoutivo en form de decreto, o hubiera sido elaborado en el Congreso Nacional y convertido en ley. Las tiendas no tiene balanzas adecuadas para com- probar el peso de los grandes sacos que despacha el almac6n. En los reglamentos un "articulo" dice: "Ha- ganse reclamaciones por efectos dafiados, recibidos de menos o rotos", pero eso es ganas de decir, porque no se tienen los medios para comprobar faltas, y si se comprue- ban, la experiencia ensefia que se debe pensar much antes de hacer reclamaciones, porque eso "dafia el re- cord", y circulan de boca en boca histories de individuos que han sido despedidos inesperadamente, sin recibir ex- plicaci6n, poco despues de haber reclamado una botella de ron que lleg6 rota en una caja, o algunas diez libras de habichuelas. iY si fuera esto solamente! Pero hay que dar over.