RAMON MARRERO ARISTY tos. El desavero (*) se ha Ilegado a pagar a menos de un centavo la tarea, y su precio ordinario es un centa- vo o centavo y medio. El desyerbo del interior de las piezas, en terrenos abandonados, pedregosos, donde no es possible hacer dos tareas en un dia, a veces se ha pa- gado a cinco o seis centavos. iPero esto es un milagro! Que los precious ordinarios son: tres, tres y medio o cuatro centavos la tarea, suba o baje el precio del az6- car. Los trabajadores a veces no quieren hacer los cul- tivos, no porque tengan energies para reclamar derechos o formular protests, sino porque sus ojos les dicen que en dos dias de trabajo no ganarAn para comer una vez. Y entonces el mayordomo se ve en la necesidad de obli- garles por la fuerzo, valiendose de la policia del central y de su propio machete, o tiene que hacer malabaris- mos; porque cuando el mister da la orden de realizar un trabajo a este o a aquel precio, es necesario hacerlo, puedase o no, para conservar el empleo, pues sabido es que los blancos son infalibles y que no rectifican 6rdenes. En tales casos, algunos ponen dinero de sus pequefios sueldos; pero otros, que no estAn dispuestos a ello, o que no pueden hacerlo, se valen de trampas. Proponen los trabajos -por su cuenta y con el riesgo tambi4n de ser despedidos si se les descubre la maniobra- a pre- cios mis altos que los estipulados por la oficina. Pero como no pueden presentar modificacioness en el report o pay-roll, para ajustar sus cuentas engaiian al ignoran- te pe6n, y las cien tareas que ha hecho el trabajador, al ser medidas o calculadas, son convertidas en ochenta; las ochenta en sesenta, etc. Y entonces, icuidarse de set (*) Desyerbo de tres o cuatro pies de ancho que se hace al- rededor de las piezas de cafia paco antes de comenzar la zafra o cosecha.